Los coches eléctricos son una de las principales piezas del puzzle de las energías limpias y no contaminantes: recargándose durante la noche (o el día) quedan listos para recorrer cientos de kilómetros al cabo de unas horas, con «emisiones cero». ¿Se necesitarán gasolineras de combustibles fósiles en el futuro? Probablemente no; o como mucho serán más bien «electrolineras». De hecho el futuro de la reducción de emisiones contaminantes podría pasar por algo más: hacer que tanto las calles como los hogares, oficinas y el propio coche funcionen en sincronía para que la energía esté siempre disponible allí donde se necesite.

Nissan ha lanzado algunas de las ideas al respecto en un vídeo en el que se muestra cómo podría ser la ciudad limpia del futuro: una ciudad en la que las gasolineras quedan reemplazadas por zonas verdes para que jueguen los niños y en las que los coches autónomos buscan las plazas de aparcamiento durante la noche para recargarse o incluso transmitir la energía que tienen acumulada a los hogares. Esto se consigue mediante plazas de aparcamiento especiales dotadas de dispositivos de recarga y conexión; esos mismos dispositivos pueden llevar a la vivienda la energía eléctrica que el coche haya acumulado durante el día. ¿Suena imposible? De hecho ya existen coches con techos solares que generan más energía de la que gastan.

De este mismo modo los coches podrían llegar a la oficina y servir como fuente de energía eléctrica para alimentar ordenadores y otros dispositivos. Quizá se hayan pasado con la «dramatización» en el vídeo en esa escena en la que el coche literalmente se cuela dentro de la oficina pero si se piensa, al no emitir gases contaminantes eso es una posibilidad, no muy distinta de entrar al edificio con una bicicleta o un monopatín eléctricos. (Aun así el precio del metro cuadrado de oficina suele ser más caro que el de las plazas de aparcamiento adyacentes, de ahí que suene improbable).

En estas ciudades limpias los coches podrían coordinarse y moverse solos por las noches para recargarse o «donar» su energía a la red o los hogares que lo necesitaran; un sistema central controlaría lo que consume y gasta cada cual, de cara a hacer las «cuentas». Con enviar un aviso desde el teléfono inteligente minutos antes de salir el coche nos esperaría en la puerta: más cómodo, limpio y poco contaminante, imposible.


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