Según el arquitecto y urbanista Peter Calthorpe tiene poco sentido que estemos por un lado preocupados por el cambio climático y por otro que sigamos construyendo megaciudades para miles de millones de personas. Dentro de unas décadas, la población urbana se habrá duplicado en la mayor parte de las ciudades, como parte del crecimiento general de la población en el planeta y cada vez parece más difícil encontrar ese equilibro entre crecimiento, bienestar y sostenibilidad.

Parte del secreto para que esto no suponga un problema es un mayor control sobre la expansión de las ciudades, entendiendo como esto que cuando se crean nuevas áreas para vivir y trabajar sean en sí mismas sostenibles, mantengan una buena ecomovilidad para sus pobladores y también coincidan en densidad con los del resto de los núcleos urbanos. Por desgracia, la tendencia actual es que las nuevas zonas son menos densas, es más costoso y difícil llegar a ellas porque no cuentan con buenas opciones de movilidad y muchas veces no serían simplemente sostenibles por sí mismas.

Por poner algunos ejemplos, en las nuevas zonas es difícil que «caminar la ciudad» sea algo cómodo, encontrar la misma diversidad de población y comercios que en el centro de la ciudad y en muchas ocasiones el transporte público –si es que existe– es de baja frecuencia y calidad.

A este respecto, Calthorpe ha desarrollado una serie de herramientas analíticas útiles para quienes quieren planificar ciudades de forma sostenible, que permiten crear escenarios y comprobar las diversas «políticas» que se pueden aplicar en cuanto a suministros, zonas temáticas y también a nivel de transportes privados y públicos. Estas herramientas además son de código abierto y cualquiera puede descargarlas para utilizarlas y modificarlas para sus propias necesidades.

Sus investigaciones las han condensado en ocho principios de planificación de «ciudades para las personas», que aunque se aplicaron hace años al caso de China son igualmente válidos para ciudades de todo el mundo. Son estos:

  1. Desarrollar los barrios que promuevan el caminar
  2. Dar prioridad a las redes de bicicletas
  3. Crear redes más densas de calles y caminos
  4. Apoyar el transporte público de alta calidad
  5. Crear zonas de uso público entre diversos barrios
  6. Adaptar la densidad de la ciudad a la capacidad del tránsito
  7. Crear regiones compactas a las que se llegue con viajes cortos
  8. Aumentar la movilidad regulando los aparcamientos y el uso de las calles

Aunque muchas de estas recomendaciones son bastante evidentes –tener un buen transporte público, aumentar la movilidad– otras no lo son tanto; en particular la idea de adaptar la densidad de la ciudad a la capacidad que tiene para «mover a la gente» u otras como promover los trayectos caminando y la creación de zonas de uso público (parques, bibliotecas, mercados) entre barrios. Esto aumenta la diversidad, apoya la aparición de negocios a pie de calle y que a la larga se creen las infraestructuras adecuadas para todo ello.


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